SÁBADO 23/09
Salimos de Bilbao con 20 minutillos de retraso, sobre las 12:20 de la mañana y llegamos a Milán con niebla. El avión a Atenas fue muy puntual y casi no me da tiempo a enviarle un mensaje a mi madre cuando estábamos esperando las maletas. Llegamos a las 18:30 y al momento teníamos el equipaje. Así que nos dio tiempo a coger el metro de las 19:00 a Atenas.
Sale cada media hora, a en punto y a y media. Hay que salir a la calle desde el aeropuerto y cruzar hacia una pasarela tipo puente que lleva a la estación de metro. Está todo muy bien indicado, no hay más que seguir los carteles de ?METPO? (pero tranquilos que también tienen la traducción en inglés).
Compramos los billetes en la máquina (es muy fácil), que por cierto, las han puesto nuevas, y bajamos al andén a por el metro.
Llegamos a las 19:45 aproximadamente, son unos 40 minutos largos hasta Monastiraki, y llegamos al Átalos enseguida porque está al ladito de la estación. Bueno, tengo que decir que de los 3 hoteles que conozco de atenas me quedo con este, está muy bien situado, limpio, de habitaciones grandes y cuidadas teniendo en cuenta el nivel de hoteles baratos de Atenas. Sale a unos 80/90? la noche a finales de septiembre, no sé muy bien cómo andarán los precios en otras épocas. Una de las mejores cosas que tiene son las vistas a la Acrópolis, de noche es una gozada. Si no te toca una habitación con vistas a la Acrópolis hay una terraza arriba del todo donde puedes tomar algo mientras disfrutas del espectáculo 
Nos dieron la habitación en la última planta cancionilo
, la sexta. Se nota que nuestro amigo griego había hecho los deberes, jeje. Sales al balcón y a la izquierda tienes el Licaveto y a la derecha la Acrópolis. Una maravilla. Lo único que las cañerías del baño olían un poco mal, pero por lo que conozco los hoteles de Atenas es algo bastante generalizado.
Salimos a las 20:15 directos a la Colina de Filoppapo pasando por la calle Dioskourou, un gran descubrimiento porque allí hay un restaurante con vistas al Agora y la Acrópolis. De esta última se ven los muros, y en ese momento decidimos ir algún día a cenar o comer allí. El restaurante se llama Dioskouri.
Nos íbamos comiendo el bocata de tortilla que nos había preparado mi madre por la mañana, con bastantes ganas porque no habíamos comido muy bien con tanto avión y teníamos bastante hambre.
Nuestra intención era llegar al teatro de Dora Stratou, en la colina Filoppapo, porque q las 21:30 había una representación de bailes griegos con muy buena pinta. Lo malo es que había llovido bastante ese día, estaba el suelo muy mojado y el teatro era al aire libre, así que no sabíamos si lo habrían cancelado.
Nos costó un poco encontrar el camino que va al teatro porque ya era bastante de noche, pero tuvimos la suerte de encontrarnos con la celebración de una boda griega en la iglesia de Agios Georgios de Filoppapo (no recuerdo bien si ese es el nombre de la iglesia). Fue bastante impresionante porque según subíamos la calle íbamos escuchando los cantos en griego del pastor, que hablaba por un altavoz porque la iglesia es tan pequeñita que la mayoría de los invitados estaban en la calle escuchando la ceremonia. Fue curioso y bastante diferente a lo que estábamos acostumbrados.
Siguiendo un poco más adelante encontramos las indicaciones al teatro de Dora Stratou. Al llegar vimos que estaba abierto y había luz e incluso se oyen voces, pero no hay ni un alma y la taquilla estaba cerrada. Esperamos un poco a ver, pero empezó a llover un poco y decidimos irnos sobre las 21h porque allí nos podríamos coger una buena chupa. Al salir de Filoppapo hay muy buenas vistas de la Acrópolis, y nos pusimos a hacer alguna foto con el trípode, pero nos fuimos enseguida porque se iba animando la lluvia. Seguimos calle adelante y esperamos un rato largo en un portal, porque las cuatro gotas se habían convertido en un diluvio y caían riadas de las calles. Se nota que no llueve mucho por Grecia y el ayuntamiento de Atenas no invierte mucho en alcantarillado... Cuando paró un poco (aunque ya estábamos pasados por agua) seguimos hacia la parada de metro Acrópolis para ir al hotel porque eran casi las 22h y seguía lloviendo y lloviendo. Estábamos calados hasta los huesos y empezaba a notarse el fresquillo. Llegamos al hotel a las 22 y pico, parecíamos dos indigentes, nos pusimos a ver un rato la tele griega y poco más porque había sido un día duro. (Estaban dando una de James Bond, lo bueno que tienen los griegos con lo de las pelis es que las ponen en versión original subtitulada ;-))
DOMINGO 24/09
Nos levantamos sobre las 9, nos duchamos y fuimos a desayunar. El desayuno del Atalos está muy bien, es tipo buffet. Yo comí bizcocho, pan de pipas con mantequilla y mermelada, zumo, café y yogur griego con miel! Hay que coger fuerzas, jeje.
Salimos del hotel a las 10:15 más o menos y nos dirigimos a Plaka, en busca de la oficina de la compañía de baile de Dora Stratou para ver si ese día iba a ver función. Al llegar vimos que era una casona con una puerta grandota de metal, pero estaba cerrado y parecía no haber nadie, porque tocamos el timbre y no nos abrieron. A lo mejor porque era domingo...
Volvimos hacia Monastiraki otra vez, dando una vuelta por Plaka. Otra vez nos recorrimos esas callecitas llenas de tiendas, restaurantes, el ajetreo de la gente, los turistas y las motos que vienen y van. Qué morriña 
Cogimos el metro en Monastiraki para ir al Pireo a recoger nuestros billetes de ferry para el día siguiente. En la oficina de Hellenic Seaways sí abren los domingos por la mañana. El metro tardó 15 o 20 minutos y salimos a la calle sorprendidos por la pasarela que han construido para acceder al puerto. El año pasado no estaba, cómo espabilan estos griegos. Solo hay que cruzar una calle bastante ancha para ir de la salida del metro al puerto, pero es cierto que se pone difícil cruzar con las maletas, el caos circulatorio, la cantidad de gente que llega y sale del puerto y lo poco que duran los semáforos. Esa pasarela es una gran idea, la verdad. También estaban al lado del metro los vendedores ambulantes de siempre, algunos hasta con pescado recién cogido.
Pasarela Pireo: http://foros.telva.com/foros-telva/servlet/JiveServlet/download/8-111837-10763202-110962/DSCF0041.jpg
Encontramos bien la oficina de Hellenic porque tiene un cartelote enorme en la parte alta del edificio, se ve desde lejos. La chica que nos atendió era majísia, nos explicó donde se iba a encontrar el barco al día siguiente y nos deseó buen viaje.
Otra vez de vuelta al meto porque queríamos ir a Neo Fáliro, la penúltima parada antes del Pireo, que pertenece a la zona donde se construyeron los estadios para las olimpiadas del 2004. Una vez allí queríamos coger el tranvía para ir a Trocadero, una zona más alejada del Pireo donde se encuentra el barco acorazado Averof, que se puede visitar por dentro. Nos costó un poco encontrar el tranvía (ellos lo llaman tram) y eso que está al lado mismo de la estación de metro, pero a veces te pones torpe y no hay manera. Había que cruzar un subterráneo y ya está. El tranvía es muy chulo y nuevo, a mí la parte delantera me recuerda a un móvil, jajaja, y se va muy tranquilo bordeando la costa. Nos bajamos en Trocadero cogiendo la línea que llega hasta Sintagma desde neo Fáliro y nos encontramos con una mujer mayor que nos pregunta cómo comprar un ticket en la máquina. Nos hablaba en inglés pero no tenía acento anglosajón, resulta que es griega y casi no habla griego porque había estado muchos años trabajando en Estados Unidos. Era un encanto de mujer, nos tiramos un buen rato hablando con ella y riéndonos con sus comentarios. Nos contó muchas cosas interesantes sobre su vida y Estados Unidos, la verdad es que pasamos un rato muy agradable, es genial conocer a gente mayor tan abierta y moderna en cuanto a mentalidad.
Al final nos despedimos porque ya eran casi las 12 y fuimos hacia el Averof. Estaba a 5 o 10 minutos andando. La entrada nos costó 2 ?, y estuvimos casi hora y media allí. Se puede visitar casi todo el barco por dentro y andar por la cubierta. Todavía tiene los utensilios de cocina de la época, los camarotes, muebles, incluso el uniforme del capitán expuesto. Es bastante interesante. Por si os interesa la historia de este acorazado: http://www.bsaverof.com
Foto del tranvía: http://foros.telva.com/foros-telva/servlet/JiveServlet/download/8-111837-10763102-110961/DSCF0542.jpg
Salimos de allí sobre las 13:30 y fuimos a ver el Olympias, que está al lado mismo del Averof, a unos 100 metros. Este es el que más me gusta a mí, es una copia exacta del trirreme Olympias, que existió en la Grecia clásica. Tampoco sé mucho de la historia de este trirreme en concreto, pero es impresionante verlo de verdad. Con todas esas filas de remos y tan grande te imaginas a los remeros haciendo esos esfuerzos al ritmo del tambor, qué pasada. Está construido de la misma manera que los antiguos, y lo tienen en dique seco para que no se estropee.
Fotos del Olympias: http://foros.telva.com/foros-telva/servlet/JiveServlet/download/8-111837-10763226-110963/DSC00298.jpg
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Salimos de esa zona del puerto y volvimos a coger el tranvía hasta Neo Fáliro, el Pireo tiene como varias zonas o barrios porque es enorme, no solo comprende el puerto de ferries. Al llegar fuimos en dirección a Mikrolímano (el puerto pequeño) porque teníamos la intención de ir bordeando la costa dando un paseo, ya que solo conocíamos en puerto central del Pireo, del que salen los feries, y queríamos ver lo demás, que dicen que merece la pena. La primera calle que vimos tenía una iglesia ortodoxa preciosa y banderitas como de fiesta, parecía un pueblito y nos gustó mucho. Seguimos andando y vimos una especie de mercadillo bordeando el paseo costero y al otro lado de la calle un montón de bares y pubs de pinta cara donde había un montón de gente joven bebiendo frappé. Había mucho coche caro y el ambiente nos recordó un poco a Marbella, la verdad es que no nos entusiasmó. Es una pena, porque Mikrolímano sería mucho más bonito sin todos esos pubs, discotecas y yates de lujazo. Para mí es demasiado ?cool?. (Es mi humilde opinión)
Por el paseo, pasando los pubs, empezamos a ver tabernas de pescado (psarotabernas), pero también tienen pinta de ser carísimas. La primera de todas tiene una decoración más tradicional, más espartana, y no parece como las demás. El hombre que está afuera intentando atraer clientela nos dijo que en ese sitio se sirve comida griega tradicional, que la mayoría de sus clientes son griegos y los precios son mucho más baratos que el resto de los restaurantes porque ellos no tienen una decoración tan moderna. Echamos un ojo a la carta y efectivamente, no nos pareció muy caro y entramos. Siento no acordarme del nombre de la taberna, pero ya digo que es la primera desde Mikrolímano pasando las cafeterías.
Pedimos ensalada griega, souvlaki de cerdo y bacalao con salsa de ajo que estaba delicioso. No me acuerdo del nombre del plato en griego, pero era un filetón de bacalao albardado y al lado una espacie de puré de patata aliñado con aceite, vinagre y ajo machacado supongo. Algo así como un ali-oli con puré de patata en vez de mayonesa. No sé si me explico. Nos costó todo 23 ?, así que muy bien. Por cierto, que ya lo han comentado por aquí pero en muchos restaurantes de Grecia, sobre todo tabernas, te ponen la botella de agua mineral pidas agua o no, y luego no te la cobran, es todo un detalle, la verdad. Aquí no nos la cobraron.
Salimos a eso de las 15:30 o 16h y seguimos andando por la costa hasta llegar al final de Mikrolímano. Subimos una cuesta que lleva a un barrio en la colina y continuamos caminando por un paseo que vuelve a bajar, con vistas al mar muy bonito. Nos dirigimos por allí a Marina Zea, el puerto de la antigüedad, o Puerto Leone, como lo llamaban antiguamente. Allí es donde atracaban los trirremes, pero ahora está lleno de yates y terrazas de cafeterías tipo StarBucks, Mc Donalds y sitios por el estilo. Dimos una vueltecita y atajamos por una calle para ir hasta el puerto central de nuevo y coger el metro del Pireo. En nuestra andanza nos seguía un perro callejero que nos costó un poco esquivar. 
Al llegar a la parada de metro nos sentamos un poco a descansar en un banco de la calle, viendo a los vendedores ambulantes, que se pasan todo el día allí, al parecer.
A eso de las 17h cogimos el metro hacia Atenas y nos bajamos en Sintagma. Buscamos la oficina de turismo de la calle Amalias para preguntar sobre la actuación de los bailes, por si nos pasa lo mismo que el día anterior. La chica, muy agradable, nos explicó que por las condiciones del tiempo se puede suspender, pero que ese día seguramente no porque hacía muy bueno, y que estuviésemos allí media hora antes de la actuación para comprar la entrada en la taquilla directamente.
Nos dio un folleto sobre la función y un plano de Atenas.
Como quedaba aún tiempo, eran las 18h o así, decidimos ir paseando hasta el templo de Zeus y entrar aprovechando que era domingo y la entrada era gratis. Hicimos unas cuantas fotos y nos sentamos un rato largo en un banco del recinto alucinando con las columnas al atardecer. Empezaba a refrescar un poco, se notaba que los días anteriores había llovido bastante y la temperatura había bajado un poco, aunque cuando pega el sol del mediodía es matador de todas formas. Los últimos días del viaje en Atenas hizo bastante calor y por la tarde-noche la temperatura era genial.
Los bailes empezaban a las 20:15, así que a eso de las 19h fuimos andando tranquilamente de camino a la calle Dionisiou Areopagitou y nos compramos un crepe de chocolate en la crepería de la esquina de esta misma calle, según se llega desde la puerta de Adriano. Seguimos caminando por esta calle con nuestro crepe, atravesando la marabunta de gente que estaba mirando los puestos de libros de la feria que ponen siempre en septiembre aquí. No había muchos turistas mirando, porque los libros están en griego en su mayoría. Vi unos libros de gramática española para griegos, lástima que no hubiera sido al revés, de gramática griega para españoles, jeje.
Después de media hora de esquivar gente llegamos al teatro de Dora Stratou en la colina de Filoppapo, que estaba mucho más tranquila que la calle anterior. Compramos el ticket a una señora muy maja que estaba en la taquilla y esperamos nuestra media horita a que abrieran las puertas del teatro. La entrada son 15 € por persona, una maravilla teniendo en cuenta que la actuación duró 2 horas y por comentarios que he visto, la compañía es de lo mejorcito de Atenas.
Entramos puntuales y nos sentamos en una zona bastante buena, se veía muy bien. La mayoría de la gente a nuestro alrededor era griega, había un ambiente como muy familiar, y tuvimos la suerte de asistir a la última actuación del año, que es un poco especial. Los chicos hacen algunos bailes modernos entre las actuaciones, en plan gracioso y como actuando tipo chiste. Muchas cosas no las entendíamos por el idioma, pero en general cogimos la idea y nos reímos bastante.
Fotos espectáculo: http://foros.telva.com/foros-telva/servlet/JiveServlet/download/8-111837-10763258-110965/DSCF0060.jpg
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Las danzas en cuestión fueron una pasada, los trajes muy bonitos, tocan muy bien y los bailarines lo hacían genial. Ha sido una de las cosas que más me ha gustado del viaje, tengo claro que si puedo volveré a verlo porque merece la pena. Es una gozada ver cómo bailan todos en fila agarrados de los brazos y esa música... es genial. Había muchísima animación entre el público, todos dábamos palmas al ritmo de la música. Al final, en el último baile, fue lo mejor, porque la gente del público salía a bailar también, todos agarrados de las manos en fila, y todo el mundo se sabía los pasos. Yo estaba alucinando, me estaba dando una envidia terrible no poder bajar, claro no me sabía el baile, y solo estábamos sentados los cuatro turistas que habíamos ido a verlo y los más vergonzosos. Que ganas de ser griega tenía en esos momentos, jajaja! Yo suponía que era el típico baile que se baila en las bodas o algo así, vergüenza me estaba dando de nuestro “paquito el chocolatero”, jajaja!
En serio, fue una maravilla de actuación, menuda fiesta se montaron todos al final. Salimos a las 22:30 de allí con una sonrisa de oreja a oreja y fuimos dando un paseo por Plaka hasta Monastiraki. Pasamos por una bocatería para comprarnos un hojaldre de jamón y queso y nos lo comimos de camino al hotel porque al día siguiente salía el ferry temprano y había que madrugar mucho.
LUNES 25/09
Dormimos mucho mejor que la noche anterior, porque tengo que decir que había unos cuantos chavales como de viaje de estudios o algo así, que no hacían más que armar jaleo por las escaleras y entrar y salir de las habitaciones de sus amigos a las 6 de la mañana por lo menos. Menos mal que fue solo una noche y la del domingo al lunes parecían haberse marchado ya.
Aún así tuvimos que levantarnos a las 6:00 para coger el ferry que salía a las 7:30 y la verdad es que a esas horas hace mucho sueño. A las 6:30 estábamos en la parada de metro de Monastiraki y a las 6:50 en el Pireo. El Highspeed 1, nuestro barco, estaba un poco más alejado que otros que hemos cogido, pero aún así lo encontramos bien y en 15 minutos estábamos arriba. El Higspeed 1 va a Serifos, Sifnos y Milos y se accede a él por la puerta E7 del Pireo. Es bastante grande y cómodo y se mueve mucho menos de lo que yo pensaba, claro que todo depende de cómo esté el mar ese día, pero otras veces he viajado en ferry normal con más movimiento. Mi novio tiene tendencia a marearse y nunca le ha pasado de momento.
Desayunamos unos bollos que teníamos en la mochila y pedimos en la cafetería del barco (que curiosamente era un Everest) un zumo (Amita, típica marca griega) y un frappé.
Al salir del Pireo vi el famoso león del puerto antiguo, aunque ahora es una ré plica, lógicamente. Por eso le llamaban antiguamente Porto Leone.
Pasamos por Sérifos sobre las 10h y me pareció precioso, había un pueblecito blanco en lo alto de la montaña y una nube justo haciendo sombra al lado, todo un espectáculo.
(Foto desde el puerto de Sérifos) http://img49.imageshack.us/img49/900/dscf0084hl7.jpg
Después hicimos parada en Sifnos, nuestro siguiente destino después de Milos, y también tenía muy buena pinta. 
Llegamos a Milos puntuales, a las 11:30, y fuimos directos a buscar al hombre del hotel Dionysis, porque el precio nos incluía el transfer al hotel. Un hombre que estaba acomodando a otros pasajeros en una furgoneta nos dijo que fuéramos con él, que era amigo del dueño de nuestro hotel y que él nos llevaba. Nos montamos, arrancamos, y medio minuto después el hombre nos dijo que ya habíamos llegado. Nos quedamos alucinados porque podíamos haber ido andando de saberlo, pero bueno, fue un detalle, así no cargábamos con las maletas.
Y entonces fue cuando conocimos a Petros. Era el dueño del Dionysis y el Semiraris, otro hotelito que estaba cruzando la calle. Nos estaba esperando en la puerta y nos dio la mano con una sonrisa de oreja a oreja, realmente parecía contentísimo de conocernos, y no hacía más que decir welcome, welcome. Madre mía, que hombre más majo, de verdad. Nos llevó hasta la recepción del Dionysis Studios y nos entregó un mapa de la isla y nos dijo que tenía que recoger a más gente en el puerto. Le teníamos que esperar hasta las 12, la hora del checkin y allí nos quedamos mirando fotos de Milos en la recepción unos 20 minutos. La verdad es que los griegos cada día me sorprenden más, podíamos haber cogido cualquier cosa y allí nos dejó tan confiado.
(Foto de la fachada del Dionysis)
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Al de un rato apareció una mujer hablándonos en griego y claro, no entendimos nada. Esa fue nuestra primera experiencia en una isla poco turística, no todos los griegos hablan inglés, pero de alguna forma es más auténtico y eso nos encantaba. Poco a poco nos empezábamos a ilusionar porque en muchos sitios no utilizábamos para nada el inglés, lógicamente cuando se trataba de pedir comida o comprar algo, cosas con poca complicación. No hace falta mucho para pedir dos gyros y dos coca-colas, por favor, preguntar cuánto es, entender el número que te dicen y dar las gracias. Parecíamos bobos pero nos hacía mucha ilusión cada vez que lo hacíamos así, jajaja.
Bueno, sigo. Resulta que la mujer la que no entendimos era Stamba (o algo así), la que limpiaba las habitaciones y hacía el desayuno. Volvió de nuevo y nos hizo un gesto como de seguirla y nos llevó a nuestra habitación. Por señas me indicó que la llave nos la teníamos que quedar y se fue. La habitación en realidad era un estudio super grande con balcón (las vistas no eran gran cosa) y una mini cocina muy completa con frigorífico, armarios con platos y cubiertos, fregadero y hasta placa para cocinar. Nos costaba 32 ? por día sin desayuno, y como el desayuno eran 3,50 por persona lo contratamos también. Estaba todo limpio y correcto, pero la cocina no la usamos mucho, es mucho mejor disfrutar de los restaurantes de Milos, que tienen unos precios geniales, mucho más baratos que los de las islas más turísticas.
Cuando estábamos soltando las maletas llegó Petros muy atento a ver qué nos parecía. Nos dijo que nos había dado la mejor habitación porque "Mr. Panagiotis" le había dicho que éramos amigos personales, y también nos recomendó un par de sitios de alquiler de coches de amigos suyos, que nos alquilarían un coche por 20 ? al día. Lo que hace tener enchufe, jajaja. Nos apuntó hasta el teléfono de su móvil por si le necesitábamos para algo, estábamos alucinando con ese hombre, madre mía.
A las 12:30 ya estábamos en la calle deseosos de dar una vuelta por Adamas, el pueblo donde estábamos alojados y también puerto principal.
(Foto del muelle de Adamas de noche) http://img146.imageshack.us/img146/9576/dscf0235jz7.jpg
Habíamos elegido este sitio para dormir porque era el que más vidilla tenía en cuanto a restaurantes, tiendas y demás, pero a la vez era muy tranquilo y acogedor. Seguimos calle adelante al salir del hotel y llegamos en 2 minutos a la zona del puerto, con cafeterías, restaurantes, agencias de viajes y de todo un poco. Nos encontramos con la primera taberna que tenía los pulpos al sol, jajaja.
(Foto de los pulpos) http://img291.imageshack.us/img291/5889/dscf0093tv8.jpg
Encontramos la tienda de alquiler que nos había recomendado Petros pero estaba cerrada, así que entramos a Milos Travel, una agencia de viajes, para comprar el billete de ferry a Sifnos del día 28. Allí mismo preguntamos por una excursión en barco que rodea la isla y nos dijeron que teníamos que ir al mismo barco que la hace a preguntar, por la tarde. Los barcos que hacen este recorrido salen justo en frente de la zona de los restaurantes, y tienen un cartel donde te explican el recorrido, las zonas donde el barco espera un rato para la gente que se quiera bañar, comida en Kimolos (la islita de al lado de Milos) y todo eso. La excursión es de 9h a 18h más o menos y cuesta 25 ? por persona. En ese momento no habían vuelto del tour, lógicamente, así que cogimos un folleto y nos fuimos a dar otra vuelta.
Después de encontrarnos otra vez con Petros, decidimos ir a comer algo por hacer tiempo hasta que abrieran la tienda de alquiler y nos sentamos en el segundo restaurante que había, después de una cafetería con mesas que hacía esquina. (Yo como siempre apuntando los nombre de los restaurantes, jeje). Era más bien de comida italiana, así que decidimos pedir una pizza con ingredientes griegos que se llamaba "La Greca", muy cachondo, jajaja.
(Foto de "La Greca")
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Nos pareció muy barato para dos personas (7,50 ?) y preguntamos cómo era de grande. El camarero nos dijo que nos llegaba bien para dos,así que pedimos agua y nada más por el momento. Cuando la trajeron vimos que tenía 8 porciones hermosotas, así que incluso nos costó terminarla entre los dos. Este fue uno de los sitios donde no te cobran el agua mineral, así que ese día comimos los dos por 7,50. Increíble!
Volvimos a la tienda del amigo de Petros, pero parecía seguir igual que antes, así que nos acercamos a otro sitio para alquilar que vimos abierto. Cuando íbamos a entrar se nos acercó un chico preguntando si queríamos alquilar un coche o moto. Al principio nos dio cosa, pero le dijimos que sí, que un coche. Nos ofrecía 20 ? por día y nos trajo un Matiz nuevísimo y con aire acondicionado. Nos pareció un chollo y aceptamos. Fuimos a la tienda que estaba un poco alejada de la plaza principal (a 10 minutos andando), suponíamos que por eso tenían tan buenos precios. Como hacía mucho que no conducía con un coche ajeno lo pusimos a todo riesgo por 28 ? al día y nos fuimos tan contentos. Echamos gasolina, fuimos al hotel a ponernos el bañador y de excursión!
(Foto del Matiz) http://img244.imageshack.us/img244/7188/dscf0094et4.jpg
Serían casi las 16h cuando llegamos a Sarakíniko, una playa de ceniza petrificada. Sí, sí, parece que estas en un mar de la luna o algo así, todo blanquísimo y precioso. Había cuatro o cinco personas, no nos lo podíamos creer. Cómo un sitio así podía estar tan tranquilo sin casi un alma? Son las ventajas de Milos.
Nos dimos un baño, cuando estás cerca del fondo se ve el agua blanquecina por el color blanco de la arena y las rocas. Es increíble, como de otro planeta. Después de una hora más o menos, nos quedamos completamente solos allí y nos fuimos a investigar un poco los alrededores, las pequeñas montañitas que forman las rocas de ceniza y el desfiladero que va por detrás de la playa. Después nos dimos una vuelta por la parte de la derecha según se mira al mar y descubrimos el barco naufragado que ya había visto en alguna foto. A eso de las 18:15 decidimos volver al hotel a ducharnos, todavía estábamos alucinados con Sarakíniko.
(Fotos de Sarakíniko) http://img183.imageshack.us/img183/6561/dscf0096ko6.jpg
http://img183.imageshack.us/img183/8136/dscf0098er5.jpg
http://img243.imageshack.us/img243/8504/dscf0099rl2.jpg
Ya en el Dionysis nos duchamos y descansamos un poco. Salimos otra vez sobre las 20:00, ya era de noche y nos acercamos a los barcos que hacen el tour alrededor de la isla. Ya había vuelto el Delfini, el barco que ese día hacía el tour, porque hay dos y se turnan un día cada uno. Allí estaba el capitán con otros dos y salió al ver que mirábamos otra vez el cartel de la excursión. Estuvo hablando con nosotros un rato, era un hombre con bigote y ojos claros, con cara de buena persona, tranquilo y muy agradable. Nos explicó que simplemente teníamos que estar media hora antes de la salida el día que quisiéramos hacer la excursión. Nos despedimos y seguimos dando un paseo por el muelle.
Cuando llegó la hora de la cena elegimos la taberna de pescado Flisvos, que está recomendada por la Lonely Planet. En la guía aconsejaban pedir el pastel de queso o setas, y como no vimos el de setas en la carta, pedimos el de queso. Por fuera parecían las empanadillas de toda la vida, pero rellenas de queso. A mí me resultó demasiado fuerte el sabor, seguro que el de setas estaba mejor. Después nos trajeron mousaka y calamares al grill que estaban deliciosos ambos. La cuenta 25 ?, dan unas ganas terribles de quedarse allí una temporada muuuuuuy larga. (Dichoso trabajo).
Lo único malo de la cena fue que en la mesa de al lado había un par de españoles (que seguro que eran los únicos de la isla a parte de nosotros) y uno de ellos decía una sarta de tonterías que nos hizo levantarnos antes de lo que hubiéramos querido por no seguir escuchándole. Es lo malo de algunos turistas, que a veces se piensan que por el hecho de estar en un país extranjero se piensan que no les va a entender nadie, jajaja. (Es una historia muy larga).
Decidimos ir a dar un paseo por la parte de arriba del pueblo, donde está la iglesia que tocaba la campana por las mañanas, la típica de cúpula azul, cómo no. Había muy pocas farolas y algunos gatos, pero todo estaba muy tranquilo y fue un paseo muy agradable por entre las callecillas laberínticas de los típicos pueblos cicládicos. De vez en cuando pasaba alguna moto o se oía la música tranquila de algún pub que todavía estaba abierto a esas alturas del verano.
MARTES 36/09
Nos levantamos a las 8h con la intención de hacer la excursión alrededor de la isla, pero parecía estar muy nublado y estuvimos un rato dudando. Me asomé a la calle y vi algunos claros por el norte, así que pensamos que igual aclaraba un poco, ya que hemos tenido otras experiencias así en las Cícladas. Muchas veces amanece como con niebla y nubes y después sale un sol abrasador. Pero al final no fue así. Estuvo nublado todo el día y un rato se puso incluso a llover un poco, pero eso no lo sabíamos?
Cuando nos decidimos y nos vestimos ya no nos daba tiempo a desayunar en el Seminaris (el desayuno se daba en el otro hotel del mismo dueño) así que nos compramos un batido de chocolate (de la marca griega Milko) y unos croisants en el mini market de camino al muelle.
Llegamos al barco (se llamaba "Capetan Yiangos")y vimos bastante gente a pesar del día nublado, así que nos fuimos animando cada vez más y pagamos el billete. Habíamos cogido solo la cámara de mi novio por no cargar con la mía también y, cuando estábamos ya sentados y faltaban 10 minutos para irnos, nos damos cuenta de que a la cámara le quedaban 5 minutos de batería. Qué faena, cómo íbamos a quedarnos sin fotos de las formaciones rocosas, las playas y todos esos lugares raros de Milos? No me lo pensé dos veces, fui corriendo a buscar a la tripulación y le pregunté al capitán (el señor de bigote del día anterior) a ver si podía ir al hotel a por mi cámara corriendo. Me dijo que sí, casi sorprendido de que le pidiera eso, como queriendo decir "por supuesto". Llegué al hotel en un minuto, y en otro estaba de vuelta en el barco. Mi novio me miraba desde la cubierta y me dijo que de lejos parecía un ninja corriendo, jajaja, eso era porque llevaba un pantalón negro ajustado y una camiseta negra de manga larga, jajaja. Le dije "efjaristó polí" al capitán y me contesto con una sonrisa bigotuda.
Por fin salimos del puerto de Adamas y nos dirigimos al noroeste.
(Foto de Adamas cuando salíamos)
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El barco estaba lleno de señoras mayores, aquello parecía el inserso femenino. Todas eran griegas y hablaban altísimo y rapidísimo en griego, pero parecían muy agradables y se lo estaban pasando genial bromeando con los marineros y riéndose. Había un ambiente muy familiar, lástima de no poder participar en las bromas. También había alguna pareja que hablaba inglés y un matrimonio joven de alemanes con una niña pequeña.
Fuimos bordeando la costa y parándonos cuando había alguna playa o formación rocosa lo suficientemente rara como para hacer unas fotos. O sea, cada dos por tres nos parábamos, pero era muy interesante ver esos colores extraños en las rocas, esas formas volcánicas, esas aguas turquesa y esas playas a las que no se puede acceder por carretera. Cuando el barco se paraba, se acercaba poco a poco a la roca en cuestión hasta que casi podíamos tocarla, era genial. Una de las veces se acercó a una especie de cueva en la costa, y cuando nos asomamos vimos que era una especie de puente rocoso y detrás había una playa pequeñita, una maravilla. El barco se acercó tanto que se dio un pequeño golpe en un mástil, pero al final no fue nada.
(Foto de la playa escondida)
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La excursión también tenía paradas para que la gente se bañase, pero el día no acompañaba mucho y no se animó nadie la primera vez, cuando nos acercamos a las rocas de Kleftiko y apareció uno de los marineros en bañador para animar a la gente. Las mujeres mayores se echaron a reír al ver al hombre en bañador tipo slip, solo le faltaba el gorro, jajaja. Estuvo muy gracioso. Pero la temperatura había bajado bastante con respecto al día anterior y además, el viento del barco hacía que pareciera incluso más baja, así que yo me pasé todo el día envuelta en mi toalla además de tener puesta mi camiseta de manga larga. Tengo que decir que también soy muy friolera, pero bueno.
Así que de la hora que teníamos planificada para estar en Kleftiko, estuvimos 5 minutos haciendo fotos y viendo las rocas, que son preciosas, de las más famosas de la isla.
(Os pongo una foto de internet porque en las mías no se ve tan bien)
http://www.milos-island.gr/beaches/kleftiko-beach.jpg
Continuamos nuestro paseo por el sur de la isla hasta Tsigrado, una playa preciosa con aguas cristalinas, donde hicimos otra parada para que quien quisiera se bañase. Había salido un poco el sol templando la temperatura y esta vez una señora mayor se animó y salió a nadar. A mí me estaba dando una envidia terrible verla nadar en esas aguas tan preciosas, pero yo necesito tener bastante más calor para meterme en el agua?
La esperamos un rato y seguimos con la excursión.
(Foto de Tsigrado)
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Poco después pasamos por una mina de azufre abandonada que impresionaba bastante. Hace unos años la minería era importantísima en Milos, y había bastantes minas de azufre, perlita, obsidiana y minerales característicos de una isla volcánica como Milos. La mayoría de los ancianos de Milos han trabajado en las antiguas minas.
(Foto de la mina)
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A eso de las 14h llegamos a Kimolos, la pequeña isla al lado de Milos, y atracamos en el puerto para comer y dar un paseo.
(Foto de nuestro barco en el muelle de Kimolos)
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Nos daban 2 horas para ambas cosas y decidimos primero dar una vuelta por el pueblo porque en el puerto solo hay un restaurante con mesas en la playa. Subimos una cuesta entre casitas blancas y no vimos ningún otro sitio para comer, pero el pueblo estaba tan tranquilo que daba gusto pasear. Ya sin el viento del barco apretaba un poco más el sol, así que decidimos bajar al restaurante del puerto porque no habíamos visto ninguno abierto aparte de ese.
(Foto del puerto de Kimolos y a la derecha el restarante ?To Kyma?)
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Está claro que fuera de temporada las únicas visitas que tienen en Kimolos son las de las excursiones procedentes de Milos, y además son la mayoría turistas griegos. Por eso, cuando nos sentamos en el restaurante del puerto, que se llamaba ?To Kyma?, el camarero nos dijo que no hablaba inglés, era lógico.
Nos apañamos bien con nuestro librito de griego y lo que ya conocíamos de nombres de platos, así que pedimos ensalada griega, pollo al limón y espagueti con albóndigas. Me encantan las albóndigas griegas (keftedes), son mucho más suaves que las que he comido aquí, y además las hacen de mil cosas aparte de carne. Aquellas eran de carne, pero riquísimas. También la ensalada era de las mejores que probado, y eso que he comido bastantes. Nos costó todo 21,50 ?.
Nos levantamos y nos sentamos en un banco cercano al muelle, escuchando los gritos de los camareros, en especial uno, que parecía que tenía el enfado de su vida, pero al de un rato empezamos a pensar que era así. En general los griegos son así.
Cuando fue la hora de volver al barco, subimos y continuamos nuestro trayecto, esta vez por la zona norte de Milos hasta llegar a Adamas, un recorrido todavía más bonito aún, si cabe.
Hicimos parada para nadar en Firopotamos, un pueblo pequeñísimo pero precioso, con casa embarcadero, playita e incluso una iglesia en un saliente rocoso. Parecía como de cuento.
(Foto de Firopotamos, aunque se ve muy poco, estábamos demasiado cerca y no entraba la playa)
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Esta vez se animó más gente a bañarse porque la temperatura iba mejorando cada vez más, aunque no lo suficiente para mí.
Poco después de Firopotamos entramos en Klima, un pueblo increíble al que decidimos ir al día siguiente porque eso había que verlo de cerca. Solo había una fila de casas embarcadero bordeando toda la costa, con sus puertas de colores vivos y todo el muelle sembrado de barquitas de colores también. Era precioso.
(Al día siguiente fuimos a Klima, así que ya os pondré fotos. Ahora van unas de formaciones de lava cristalizada y una de unas rocas que dicen que parecen osos)
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Llegamos a Adamas a las 17:30 y fuimos al hotel a cambiarnos y descansar un rato. Allí decidimos aprovechar un poco el coche y acercarnos a Agios Konstantinos, un pueblito que nos interesaba ver.
A eso de las 18:30 ya estábamos allí, las carreteras parecen mucho más largas de lo que son y está todo bastante cerca, tardamos apenas 15 minutos. Tuvimos que meternos por un camino por el que no pasaban dos coches, pero teniendo en cuenta la tranquilidad de la isla, no hubo que preocuparse porque no había ni un alma.
Cuando llegamos alucinamos con el espectáculo, el mar entraba en la tierra formando una especie de bahía pequeñita, alrededor de la cual estaban construidas las casitas embarcadero. No habría más de 8 o 10 casas y 3 botes en la bahía y todo desierto. Casi nos daba cosa estar allí, era un sentimiento como de respeto por ese lugar tan bonito. Habían construido un altar pequeñito con alguna imagen religiosa en una especie de cuevita a la que entraba el agua de la bahía, y al otro lado había una iglesia desde la que se empezaba a ver el atardecer.
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Continuamos por el camino de la playa y vimos que había dos o tres personas por allí, pero parecía gente del pueblo. Nos quedamos mirando el atardecer un rato y cuando ya empezaba a oscurecer cogimos el coche de vuelta a Adamas.
Ya en Adamas, fuimos dando un paseo hacia la parte del pueblo que no conocíamos, por la carretera que va a Pollonia. Vimos un supermercado y entramos a comprar zumo y unas galletas riquísimas, son como palos alargados y están recubiertas de sésamo. Que pena de no haber apuntado el nombre, porque se me ha olvidado.
Continuamos por el mismo camino hasta descubrir el Museo de la Minería de Milos. No sabíamos que estaba allí, así que ya teníamos una duda resuelta. Nos sentamos un rato en uno de los bancos del edificio, que es muy chulo, la verdad, y parece haber sido construido hace muy poco. Después de comer alguna galleta volvimos andando sobre nuestros pasos hacia el puerto de Adamas de nuevo. Allí nos volvimos a sentar otro rato en un banco, viendo el mar de noche.
Cuando ya empezábamos a tener hambre decidimos ir a comprar unos gyros porque no queríamos cenar mucho. Fuimos hacia la calle donde hay más tiendas, la de nuestro hotel, y entramos a una tienda de gyros donde la señora que atendía era majísima. Se dio cuenta de que hacíamos esfuerzos por pedir en griego y en vez de contestarnos en inglés, nos siguió hablando en griego pero explicándonos cómo pedir. Nos hacia señas cuando nos decía algo en griego para que lo entendiéramos bien y salimos encantados de nuestros progresos. El precio de la cena: 5 ? por dos gyros y dos coca-colas.
Fuimos a sentarnos a una placita a comer y enseguida vinieron unos gatos pedigüeños, algo muy común en Grecia.
Cuando terminamos mi novio se fue al hotel porque estaba bastante cansado, pero yo me quedé un raro por las calles de Adamas, mirando los escaparates de las tiendas, que cierran bastante tarde, y paseando un poco.
MIÉRCOLES 27/09
Nos levantamos sobre las 9 y nos vestimos para ir a desayunar al Semiraris, el otro hotel del mismo dueño. La zona de desayuno es muy bonita, en una terraza cubierta de árboles y mesas de madera. No entramos al hotel, pero parecía sencillo y correcto por fuera, del estilo al nuestro, aunque no estaba pintado de blanco y azul.
Cuando llegamos a la terraza, solo había una señora mayor (anglosajona, al parecer) que había desayunado ya y nos preguntó si queríamos comer. Parece ser que se hospedaba allí, pero tenía pinta de llevar bastante tiempo en Milos o ir a menudo a Grecia, porque conocía a la mujer que limpiaba las habitaciones y hablaba un griego con acento británico muy gracioso. Un poco de envidia ya me daba, yo también tengo que ser capaz de aprender, porque le llevo la ventaja de la pronunciación, jeje. Apareció otra vez la chica que limpiaba las habitaciones, Stamba o algo así la llamó la señora inglesa, resulta que también se dedicaba a hacer el desayuno.
Este sitio no era de buffet como otros, te preparan un desayuno muy rico, fue el desayuno de hotel que mejor recuerdo nos ha dejado esta vez. Nos trajeron a cada uno un huevo frito, un par de rebanadas de pan, mantequilla, mermelada, una miel increíble que sabía a flores o a frambuesa, no sé, buenísima y té blanco porque no somos mucho de café, sobre todo el que hacen en Grecia, que es muy fuerte. Estaba todo delicioso, es lo que más hecho de menos de ese país, la comida está tan rica porque los ingredientes todavía los cogen de la huerta, todo es tan natural y tan auténtico...
Después del gran desayuno volvimos al hotel a hacer las mochilas y nos montamos en el coche. La primera parada fue Plaka, la capital. Adamas tiene más vidilla de tiendas, restaurantes y demás, pero Plaka es el típico pueblo encalado con callecillas super estrechas y laberínticas. Me recordaba un poco a Mykonos pero sin explotación turística, claro, jejeje, y con las calles super tranquilas.
Aparcamos cerca de la plaza principal sin saberlo, toda una suerte, y al salir del coche nos echamos protección solar porque el sol picaba que no veas. Al empezar a andar nos encontramos una indicación que decía ?Kastro? y la seguimos. Tuvimos que subir varias cuestas muy empinadas y muchas escaleras para llegar al Kastro, la antigua fortaleza de Plaka. Todavía se conservan los muros, pero en la parte más alta han construido una iglesia blanca, cómo no. Kastro en griego significa castillo, y bien arriba que estaba, jajaja. Aunque no hay nada comparado con la fortaleza Palamidi de Nafplio, 999 escalones, sí, sí, pero merece la pena.
Según subíamos nos encontrábamos con callecitas preciosas, vistas de toda la isla increíbles... Y qué decir cuando llegamos arriba, yo no me había hecho la idea de que estuviera tan alto, se veía toda la isla y el mar, las corrientes del agua con diferentes tonalidades, y las playas los pueblos... Vaya vistas.
(Foto desde el Kastro)
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Menos mal que había un poco de sombra para sentarse. Descansamos un rato y volvimos a bajar hacia la plaza.
Allí empezó nuestra búsqueda del Museo Arqueológico, y no estuvo fácil, porque Plaka es un laberinto de los de verdad, jajaja. Preguntamos en una heladería y parece que la chica pensó que buscábamos el Museo del Folklore y la Historia de Milos, porque seguimos las indicaciones y llegamos a este último. Eso nos pasa por ser tan frikis e intentar hablar en griego. Ya que estábamos allí, entramos, y la verdad es que no tenía desperdicio. La entrada costaba 3? y era una casa típica de Milos, al parecer perteneciente a la familia Economou, de la época entre finales del s.XIX y principios del XX. Conservaban toda la decoración, los muebles, los utensilios de cocina, la ropa, las pertenencias de la familia y era precioso. Era la primera vez que entrábamos en una casa cicládica y la verdad es que son más grandes por dentro de lo que parecen por fuera.
El marido era algo así como terrateniente, había utensilios para la vendimia y ruecas y tejidos de la mujer. Parece que para la época era una familia acomodada.
Al salir preguntamos a la chica de la entrada por el Museo Arqueológico y nos dijo que estaba muy cerca. Es un poco difícil dar indicaciones en un pueblo como Plaka, porque las calles tienen su complicación, pero gracias a eso también encuentras rincones preciosos. En nuestra búsqueda dimos con la casa del hombre que descubrió la Venus de Milo (Teodoros Kentrotas se llamaba), aunque en la actualidad está bastante reformada y se alquilan habitaciones. Hay una placa en la puerta con un grabado de la Venus.
(Foto de la casa de Teodoros Kentrotas)
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Cuando ya estábamos a punto de rendirnos, encontramos el Museo, rodeado de arbustos muy bonitos, y entramos. No nos cobraron porque coincidía que era el día Internacional del Turismo, o algo así, según nos contó la chica de la puerta. De normal cuesta 3?.
La primera visión al entrar es la ré plica de la Venus de Milo, impresiona sobre todo por el tamaño. Pero cuando te acercas se nota mucho que es de yeso, y da aún más pena que no esté allí la original. Hay que ver cómo se han puesto las botas con Grecia otros países, sobre todo Inglaterra y Francia. En ese momento recordé cuando vi la de verdad en París, con esos reflejos preciosos en el mármol...
Lo demás son hallazgos de la época romana, cicládica y demás. Una de las joyas es la "Mujer de Filakopi", una figura de cerámica muy curiosa hecha con torno.
(Fotos del Museo)
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Al salir preguntamos a una chica del museo por el teatro romano y las catacumbas, y nos dijo que estaban como a 1km de allí. Nos vimos animados y decidimos ir dando un paseo. Estaba muy bien indicado y solo había que seguir una carreterilla cuesta abajo, pero yo estaba pensando en la subidita, con el sol que pegaba a mediodía. La verdad es que las vistas son preciosas, por el camino vas viendo el pueblo de Tripití, que está al lado de Plaka, y Klima abajo del todo, el de las casas embarcadero, que desde arriba es muy bonito.
(Vistas de Plaka y el Kastro)
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Llegamos al teatro romano y se conserva medianamente bien, tiene casi todas las gradas, aunque no es muy grande. Lo mejor son las vistas, porque está en medio de la colina frente al mar, y justo Klima a sus pies, un espectáculo precioso. Me imagino ver desde allí una obra de teatro, con el mar de telón, tiene que ser alucinante.
Luego seguimos bajando por un camino en el que indicaba la dirección de las catacumbas, son las únicas que quedan en toda Grecia, así que había que verlo. Solo te dejan ver una especie de entrada, porque lo demás no tiene acceso al público, pero impresiona un poco de tan oscuro que está y las excavaciones que hay en las paredes, que hacían las veces de nicho. Da como miedete, jeje. Tampoco es gran cosa pero ya que estábamos no nos íbamos a ir sin verlo, no? Y además es gratis.
Cuando salimos de allí decidimos volver a subir hasta Plaka para comer, ya que teníamos pensado ir por la tarde a Klima y desde allí veíamos que no era muy grande y quizá no hubiese restaurantes (son las cosas de los sitios poco turísticos, jeje). Así que pensamos que lo mejor era volver porque habíamos visto unos cuantos restaurantes muy chulos en nuestro paseo por el pueblo de Plaka.
Desandamos el camino de 1km esta vez cuesta arriba, fue matador con el día de calor que hacía, pero tuvimos nuestra recompensa.
Nos sentamos en la terraza del "Arjontoula", una taberna cerca de la plaza principal que tenía muy buena pinta. La chica que nos atendió era un sol, nos daba conversación de vez en cuando y al pedir intentamos hacerlo en griego. Parece que le hizo bastante ilusión porque nos dijo "pero si habláis griego" y nosotros nos echamos a reír porque eso era mucho decir, jajaja. Pedimos "Dakos" de primero, una especie de ensalada que descubrimos en este restaurante y que seguimos haciendo en casa porque nos encantó. En una fuente se pone pan en trozos, es un pan especial que venden en Grecia, está como duro o tostado y es como integral con cereales y especias, tiene un sabor muy especial. Después un buen chorreón de aceite, tomate en trozos, feta picadito y por último salsa de aceitunas negras. Nosotros lo hemos hecho aquí con aceitunas pasadas por la batidora y da el pego bastante bien, jeje. Riquísimo. También pedimos pulpo a la brasa y un souvlaki de pollo. Estaba todo super bueno y nos llenamos un montón.
(Foto del Dakos y el pulpo a la brasa)
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Cuando estábamos comiendo vinieron unos gatos a ver si les dábamos algo, como no, y debían tener bastante hambre porque a mi novio uno de ellos le mordió el dedo pensando que era comida y hasta le hizo sangre. En ese momento apareció la camarera y le pregunté a ver si tenía algo para que mi novio se curara, vio el mordisco y nos pidió perdón y todo. Al fin y al cabo los gatos eran callejeros, jajaja. Después de intentar espantar a los gatos salió con un vaso de chupito lleno de alcohol y se quedó otro rato hablando con nosotros.
Cuando ya estábamos más que llenos pedimos la cuenta (23,50?) y la chica nos trajo el libro de visitas y nos pidió que por favor escribiésemos algo rápido. También me dio una tarjetita en la que ponía que tenía un regalo de la tienda de bisutería de enfrente. Yo me quedé alucinada, no me podía creer que nos hiciera un regalo porque a mi novio le había mordido un gato callejero, vaya detalle. Nos despedimos dándole las gracias y le dijimos que todo estaba muy rico en griego, cosa que le hizo muchísima ilusión.
Fuimos a la tienda, que se llamaba Francesca y me dieron un colgante de corazón muy bonito. Todo un detalle, y eso que a mí no me había mordido el gato, jajaja.
Volvimos a por el coche para dirigirnos a Klima porque eso había que verlo de cerca. La carretera que baja al pueblo es muy estrecha, con curvas y una buena caidita a uno de los lados, menos mal que no nos cruzamos con ningún coche, aunque hubiéramos pasado bien con un poco de cuidado. Se terminó la carretera y allí mismo dejamos el coche.
Nos acercamos a la costa y aparecimos en la calle principal, la única calle, que está pegando al mar. Y cuando digo pegando, digo pegando, apenas hay un metro para andar entre algunas de las casas y el agua. Nos quedamos maravillados. Desde el barco el día anterior se veía espectacular, pero estar allí es increíble. Es uno de los sitios que más me ha impactado de Milos, junto con Sarakíniko.
El pueblo está formado por una sola hilera de casas en la misma costa, justo detrás de cada casa hay algunas huertas, muy bien pensado para proteger la plantación del viento y el mar. Las casas son todas de colores vivos, las puertas, las ventanas y los "embarcaderos" del piso inferior. Y lo mejor es que no había absolutamente nadie, éramos los únicos en aquel paraíso, excepto un señor griego en bañador que andaba haciendo algún trabajo en la puerta de su casa. Paseamos un poco por la "calle" intentando no mojarnos las zapatillas con alguna que otra ola escapada y esquivando algas. Había una zona en la que el borde era de arena, pero no llegaba a ser playa porque habría unos 2 metros de arena hasta el agua solamente. Dimos un paseo hasta uno de los dos salientes al mar, donde había bancos para sentarse, e hicimos algunas fotos. Había tal tranquilidad que daban ganas de quedarse así horas.
Poco después nos encontramos allí con la señora inglesa del desayuno y estuvimos comentando con ella lo mágico que era ese sitio. Hicimos alguna foto más y nos fuimos.
(Fotos de Klima)
http://img93.imageshack.us/img93/4341/dscf0279rd2.jpg
http://img92.imageshack.us/img92/2764/dscf0289fo1.jpg
http://img92.imageshack.us/img92/1851/dscf0293kf6.jpg
Nos dirigimos a Papafragas, una playa muy pequeña como escavada en la roca, es muy difícil de describir. Llegamos a un terreno por el que había que bajar para llegar a la playa, pero el acceso es muy difícil. Hay una especie de escalones en la roca y nada para agarrarse, con lo cual me lo pensé porque mi vértigo me podía dar una mala pasada, estaba bastante alto. Fue una pena porque tenía que ser impresionante bañarse allí, la playa está incrustada en una especie de desfiladero pequeño de roca y al final se unen las dos partes de piedra, con lo cual hay que atravesar una especie de puente de roca para salir a mar abierto. Voy a ver si encuentro alguna foto en la que se vea bien.
(Os pongo dos, en la primera de ven un poco los escalones en la roca, para que os hagáis una idea)
http://greeklandscapes.com/beach/papafragas.html
http://www.milos-island.gr/beaches/papafragas-beach.jpg
Nos marchamos con pena, sobre todo mi novio, porque al fin y al cabo él no tiene vértigo.
Decidimos ir a la playa de Agios Konstantinos, a la calita de Alogomantra, donde el agua es de un azul turquesa precioso. Allí estuvimos un rato dándonos un chapuzón, solo había una pareja y un grupo de unas 6 personas, nos estábamos acostumbrando mal a estar solos, jeje. Se fueron en seguida y allí nos quedamos un buen rato solos viendo la puesta de sol en la arena, fue preciosa.
(Foto de la calita y la puesta de sol que se veía desde allí)
http://img139.imageshack.us/img139/7507/dscf0304kt0.jpg
http://img20.imageshack.us/img20/9575/dscf0303mi3.jpg
Sobre las 19:30 nos vestimos y nos fuimos dirección a Pollonia, el último destino del día. Llegamos ya de noche y aparcamos para dar un paseo por allí. El pueblo tiene como forma de herradura y también es costero. En el centro de la herradura está la playa, muy bonita, con árboles pintados de blanco de mitad para abajo. Es una de las cosas que más me gusta de este tipo de playas, que haya árboles en la misma arena. A los dos lados de la playa están las casas y los restaurantes, pero después de dar un paseo por entre las calles no nos pareció tan bonito. Las casas recordaban bastante a Benidorm, las calles eran anchas y modernas y no resultaba demasiado auténtico. Sobre las 21h decidimos ir a cenar a Adamas y nos pusimos en marcha.
Al llegar no nos complicamos demasiado, dejamos las mochilas en el hotel y fuimos a comprar un par de gyros en el mismo sitio del día anterior. Nos lo comimos sentados en la placita, en el mismo banco del día anterior y nos fuimos al hotel porque habíamos visto muchas cosas y estábamos reventados.
JUEVES 28/09
Nos levantamos sobre las 9:15 para ducharnos y llegar a desayunar a eso de las 10. Esa noche había llovido y las mesas y las sillas de la terraza del desayuno estaban mojadas, así que desayunamos en la barra con un mantelito que nos colocó Stamba. (También se nos habían calado las toallas de la playa porque las habíamos dejado en el balcón durante la noche)
El desayuno fue igual que el del día anterior e igual de rico, esta vez con la compañía de Petros que nos daba conversación desde el otro lado de la barra. Charlamos sobre unas cuantas cosas interesantes, también sobre sitios de Grecia que merecían la pena, y salió a relucir Creta entre ellos. Es un hombre encantador, cuando terminamos se despidió de nosotros y nos dijo que saludásemos a Panagiotis de su parte, ya que esa tarde salía nuestro ferry para Sifnos
.
Volvimos a nuestra habitación a hacer las maletas (tuvimos que meter las toallas en bolsas) y las dejamos en un cuarto del hotel Seminaris pensado para equipajes. Serían las 12 del mediodía a pesar de que Petros nos había dicho que podíamos dejar la habitación una hora más tarde. No nos hizo falta. Metimos las mochilas pequeñas en el maletero del coche y nos fuimos andando hasta el Museo de la Minería de Milos.
El edificio es muy bonito tanto por fuera como por dentro, incluso pensamos que era el ayuntamiento la primera vez que lo vimos. No nos cobraron entrada.
Comenzamos viendo un esquema de las secciones de un volcán, muy interesante. En la misma sala había expuestos varios utensilios de minería, maniquíes con la ropa y enseres que llevaban los mineros, fotografías de minas de Milos, la mayoría abandonadas ya... Y en la planta superior una buena colección de minerales extraídos en la isla, azufre, perlita, obsidiana... y sus diferentes utilidades.
En la parte de abajo, es como un piso subterráneo, hay una sala de proyección donde ponen un video en el que sale hablando la gente mayor de Milos, los antiguos mineros. Es un video muy emotivo, te cuentan ellos mismos las cosas que tenían que hacer, el trabajo que desempeñaban y al final salen los mismos viejillos y viejillas visitando el Museo de la Minería (supongo que en la inauguración) y alucinando con todo lo que hay expuesto, porque les trae muchos recuerdos, claro.
Volvimos a dar un último paseo por Adamas, subimos hasta la iglesia y dimos una vuelta por las callecitas. Todo seguía tranquilo. Entré en una tienda de souvenirs a comprarme un recuerdo de Milos, una jarrita de metal donde sirven el vino en los restaurantes, muy típica. Paseamos también por la zona del puerto mirando las tiendas y los restaurantes, y al final nos sentamos un rato a la sombra, en el escaparate de una pastelería con unos dulces que eran una tentación. Después de descansar y otear un poco el pasajero, volvimos a devolver el coche.
Serían las 14h, el dueño de la tienda de alquiler revisó todo y nos marchamos de camino al hotel con nuestras mochilas, para recoger allí las maletas.
Esta vez no había nadie en el Seminaris y nos dio un poco de pena irnos, ya empezaba a notarse la sensación de ir dejando sitios atrás, ayyy.
De camino al puerto compramos un hojaldre de jamón y queso y una mini-pizza porque el ferry salía a las 15:30 y no íbamos a tener ocasión de comer tranquilamente. Al final el ferry llegó con 1 hora de retraso y nos dio tiempo a comer e incluso a hacer la digestión casi. La gente andaba un poco preocupada, la pareja alemana con la niña con la que habíamos coincido en la excursión alrededor de Milos andaba paseando intranquila por allí. Yo fui un rato a llamar a la cabina para hacer tiempo. Al final mi novio se acercó a una agencia de viajes que había en el puerto a preguntar y le dijeron que llegaba 1 hora después. Se nos hizo un poco eterno, la verdad, porque además habíamos llegado casi una hora antes...
Llegamos a Sifnos a las 18:30, hacía un poco de fresco y pegaba bien el viento. Es gracioso ver la poca gente que desembarca en islas como Sifnos, no tiene nada que ver con los desembarcos en Creta, Mykonos, Santorini... donde siempre sale la abalancha de gente pegándose por coger su maleta y bajar la rampa.
Salimos y allí estaba nuestro anfitrión (Panagiotis) esperándonos con sus rizos al viento. Lo primero fueron los besos, abrazos y preguntas del reencuentro. Por el camino nos íbamos poniendo al día y mirando las tiendas de cerámica y los restaurantes de Kamares, el puerto de Sifnos. Lo que más me llamó la atención fue que no se veía ningún otro pueblod e casitas blancas cerca, había tantas montañas alrededor, y tan altas, que parecía que no había nada más en la isla. (Pero la verdad es que hay auténticas joyas tras esas montañas)
(Foto de kamares desde el ferry)
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P nos llevó a una tienda de alquiler, eso de tener enchufe está muy bien, porque nos sacaron un Fiat Panda 4x4 que nos fue muy útil los demás días para ir por los caminos de cabras de Sifnos. (Por cierto, la expresión caminos de cabras también existe en griego).
Pusimos rumbo a Apollonía, la capital, donde vive y trabaja nuestro griego favorito. (Hay que ver qué curvas tienen las carreteras de Sifnos, yo creo que usé la cuarta marcha un par de veces esos días, jajaja). A las afueras del pueblo hay un barrio pequeñito, Kato Petali, donde tiene su casita Panagiotis, es una gozada. Que maravilla despertarse allí con el canto del gallo! Nos dejó su habitación, parece ser que la famosa hospitalidad griega perdura desde los tiempos de Homero.
(Vista de Apollonía desde la terraza de Panagiotis, aunque ésta es de otro día)
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Lo primero que hicimos fue sacar nuestros regalos: patxarán, jamón, chorizo, arroz con leche, cuajada, tarta de arroz y polvorones! Nosotros también recibimos regalos, cómo no: higos secos y cerámica de Sifnos, es muy famosa e importante en la isla.
Salimos a la terraza a beber una copita de patxarán y hacernos unas fotos del reencuentro. Estuvimos hablando muuuuucho rato.
P nos había hecho la cena, fue increíble: conejo al limón con arroz con pasas y piñones, estaba todo buenísimo. De postre pastaflora, una especie de tarta de pasta quebrada con mermelada de limón, también riquísimo. Había cocinado hasta la mermelada 
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Después de mucho hablar y comer, decidimos ir a dar un paseo por Apollonía, no había mucho ambiente pero se estaba genial paseando de noche. Es un pueblo de callecitas estrechas, de casa blancas cicládicas, pero sumamente cuidado. Es algo que me ha impresionado de los pueblos de Sifnos, está todo cuidado al detalle, la pintura de las casas, de un blanco impoluto, los árboles llenos de flores que asoman por los patios, las fachadas de los bares y comercios, todo está super limpio y mimado, es precioso. Personalmente me encantan las calles de losas bordeadas de color blanco, los árboles de voucambigia (no sé la traducción porque le pregunté el nombre a un griego, jajaja) y las salidas de humo de las chimeneas, muy parecidas a los botijos de barro típicos de aquí.
Nos sentamos en la terraza del Argo, un pub modernito y carito también, jajaja. Nos tomamos unos mojitos que no eran nada del otro mundo, pero lo importante era el sitio y la compañía, así que no nos importó. Nos lo pasamos genial con nuestras charlas filosóficas e incluso aprendimos algunas palabrillas en griego.
Después de tanta conversación volvimos a Kato Petali a dormir porque el "programa" que nos había preparado nuestro guía particular era un poco apretado.
VIERNES 29/09
Yo me levanté sobre las 8:30 con la musiquita de Panagiotis y cuando salí estaba en la terraza desayunando un café griego y un cigarro, como buen griego! Me preparó un frappé (yo no soy tan dura como para tomarme un café griego, jeje) pero sin batidora, con un vaso con tapa muy curioso. Echó el azúcar, un poco de agua, el café y un par de hielos. Lo meneó bastante y con el peso de los hielos de hace mucha espuma. Entonces se añade agua y leche, así de fácil. Nos sentamos fuera a tomar nuestros cafés, estuvimos hablando un buen rato, hasta que pensamos que ya era hora de sacar de la cama a mi novio.
Preparamos el desayuno, había un montón de cosas ricas: yogur, miel de Creta, mermelada de fresa casera, mermelada de higos, mantequilla, sandwiches, pan hecho por Panagiotis, espectacular.
Después de desayunar preparamos la mochila (era una gozada hacer la mochila sin saber en qué aguas cristalinas nos íbamos a bañar :-)) y salimos en dirección de Monastiri tis Brisis.
De camino paramos al lado de un palomar, hay muchos palomares en Sifnos, en la parte superior de las casitas se ven unos agujeros formando triángulos para las palomas, es muy bonito. Volvimos al coche y enseguida llegamos a Monastiri tis Brisis.
Subimos unas escaleras encaladas y llegamos al monasterio, la isla está llenita de iglesias y monasterios, es precioso. Atravesamos la puerta principal y llegamos a un pasillo que terminaba en un patio abierto. A los lados del pasillo estaban las celdas de los monjes, que a veces se utilizaban para dar habitación a los turistas que no encontraban hotel en temporada alta. (Un poco difícil no encontrar donde dormir en Sifnos). En el patio estaba la casa de la mujer que cuidaba el monasterio, una especie de ama de llaves, jeje, que en este caso no nos hacía mucho caso porque estaba hablando por teléfono.
Al final nos oyó y nos abrió la puerta de la capilla. La mayoría son muy pequeñitas y modestas, aunque con cosas de gran valor religioso, claro. Siempre hay velas para encender y es curioso como hacen la señal de la cruz los ortodoxos, de derecha a izquierda. Era la primera vez que entraba a una capilla ortodoxa, después de 3 años y tanto ver cúpulas azules, ya era hora.
Es una pena que no tenga ninguna foto decente de este sitio.
Al salir cogimos el coche hasta Panagia tou Vounou, la iglesia que tiene las mejores vistas de Sifnos, según dicen. Y la verdad es que es precioso, está en una colina, y cuando sales a una especie de terraza te encuentras con el pueblo de Faros y Platis Gialos y su playa bajo tus pies.
(Vista de Platis Gialos)
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(Vista del islote de la iglesia de Chysopigi y al fondo el pueblo de Faros)
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Allí habíamos quedado con unos chicos de California que habían contratado su viaje de novios con Panagiotis y querían conocerle. La verdad es que eran muy simpáticos y nos quedamos todo el día juntos, estuvo genial. En Panagia tou Vounou también habíamos coincidido con una francesa y una inglesa que, según Panagiotis eran turistas permanentes, llevaban unos 6 meses de vacaciones, qué suerte! Así que fuimos todos juntos (menudo día "multiculti") en nuestros coches de alquiler hasta la siguiente visita: la Torre Blanca.
(Foto de la Torre Blanca)
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En Sifnos, en la antigüedad había un montón de fortalezas con torres rodeando la isla, desde donde vigilaban y se hacían señales. Hoy en día queda poquísimo de esas murallas y torres, la que mejor se conserva es la Torre Blanca, que de blanca tiene más bien poco... Nos acercamos por un caminillo de cabras, no está muy bien indicado, y después volvimos al coche a seguir con nuestra visita, esta vez las turistas permanentes se quedaron allí. 
Llegamos a Chrysopigi, una de las iglesias más famosas de la isla, situada en un saliente rocoso precioso, con unas escaleritas que llevan hasta el mar. Es como de cuento, detrás de la iglesia, puedes caminar por las rocas, no tienes nada más que mar delante y allí en medio hay una pila bautismal, en la propia roca.
Hicimos unas fotos, entramos a la capilla y nos fuimos a dar un chapuzón a Apó Koftó, que se ve desde allí.
(Fotos de Chrysopigi)
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(Vista de Chrysopigi desde Apó Koftó)
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Apó Koftó significa "donde se corta el viento", es un sitio muy bonito, solo hay una taberna y una playa de esas con árboles, que a mí me encantan. Aparcamos al lado de la playa, colocamos las toallas y P empezó a sacar un montón de instrumentos extraños para hacer malabares. Hicimos unas fotos graciosísimas, cada uno manejando una cosa diferente, y los demás jugando a tirar piedras al agua o bañándose. Fue muy divertido, creo que ha sido la primera vez en mi vida, desde que era pequeñita, que no he estado ni un momento tumbada en la toalla en la playa. Estábamos encantados, no podíamos parar de reírnos.
Llegó la hora de comer y nos sentamos en la taberna de al lado, aún con los bañadores mojados, pero no importaba porque estábamos al aire libre. Esta vez fue una comida griega a base de mezedes, lo que aquí llamamos tapas, pero de raciones bastante generosas, por cierto. Comimos revizo keftedes (albóndigas de garbanzo, buenísimas), domato keftedes (albóndigas de tomate y verduras, no sé cual me gusta más, jeje), melizano salata (ensalada de berenjena), joriatiki (ensalada griega), mousaka y queso manoura. Este es un queso que se come frito, de sabor muy fuerte, pero buenísimo. Los griegos también suelen beber Amstel, en todos los sitios a los que fuimos vendían Amstel aparte de Mythos.
Estuvimos un rato hablando y arreglando el mundo, fue una charla muy interesante y útil para practicar inglés.
Después recogimos nuestra mochilas y las guardamos en el coche. En ese momento mi novio se dio cuenta de que había perdido el colgante que lleva al cuello desde que le conozco, posiblemente mientras se bañaba. P le explicó que en Grecia, cuando alguien perdía algo, para consolarse un poco, pensaba que había sido tomado por los dioses, como una especie de ofrenda inesperada, jajaja. Le dijo que en ese caso podía pensar que Poseidón había querido quedarse con su colgante. Muy curioso y muy bonito también. De toda formas en Atenas se compró un colgante de un casco griego precioso, hizo un buen cambio.
Fuimos hasta el final de la playa y subimos por un camino que va por la costa, pero al lado del acantilado, es un paseo precioso. Vas andando por un caminito estrecho de losas y tienes unas vistas super chulas del mar y el pueblo de Faros desde arriba.
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Llegamos al pueblo en unos 10 minutos, es el atajo para llegar desde Apó Koftó. Allí había otra playita preciosa, pero esta vez nos sentamos a tomar unos frappés en la taberna a la sombra de los árboles de la playa. No había nadie más que los dueños y nosotros, qué maravilla.
(Foto ya en Faros)
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Allí estuvimos otro rato largo hablando y hablando hasta que nos cansamos. Se nos ocurrió hacer una cena española esa noche todos juntos en casa de P para terminar bien el día, así que nos pusimos en marcha. Volvimos de nuevo a Apó Koftó por el mismo caminito entre las rocas, cogimos los coches y pusimos rumbo de nuevo a Apollonía.
Pasamos por una tienda en Apollonía sobre las 19h, para comprar huevos para la tortilla de patata. Ya en Kato Petali nos pusimos a hacer la tortilla con la atención de todos los demás. Es curioso ver cómo una cosa tan habitual para unos, resulta tan fascinante para otros.
La verdad es que quedó riquísima, seguramente tuvieron mucho que ver los ingredientes porque era todo super natural de huerta, jeje. A todos les encantó, apuntaron la receta y todo, ya me han contado que la han hecho en sus respectivos países. 
También cortamos chorizo y jamón, hicimos unas empanadas de queso (tyropitas) que vienen la preparadas y solo hay que dorar en la sartén, y para beber vino tinto y un poco de patxarán al final. Yo creo que los griegos tienen el estómago mucho más grande que yo, porque volví de vacaciones con una sensación de empacho continuo. Pero está todo riquísimo.
Seguimos hablando y riéndonos. P estaba muy contento y era muy gracioso ver cómo liaba los idiomas, a los californianos a veces les hablaba en castellano y nos reímos un montón. Tiene que ser complicado conocer tantos idiomas, jajaja. Decidimos dar un paseo para bajar la comida y salimos a dar una vuelta por Kato Petali, pero como está a las afueras de Apollonía, el camino en seguida se volvió demasiado oscuro y dimos la vuelta hacia casa.
Como ya habíamos hecho un poco de sitio para el postre, sacamos el pastel de arroz del frigorífico y duró un santiamén. Estuvimos hablando hasta las 12 de la noche, cuando se marchó la pareja de California, pero nosotros seguimos dándole a la sin hueso una hora más a pesar de estar muy cansados, porque no podíamos dejar de comentar el día "multiculti".
SABADO 30/09
Nos levantamos sobre las 9h y nos pusimos a desayunar de todo un poco como el día anterior. Mmmm... los desayunos griegos, qué maravilla.
Habíamos quedado con los chicos de California en casa de P sobre las 10:30 y hasta que llegaron estuve apuntando en mi libreta los nombres de los sitios que habíamos visitado, para que no se me olvidaran. También apunté la receta de las revithokeftedes (albóndigas de garbanzos), parecía la alumna de P cogiendo apuntes. 
Cuando llegaron nuestros compis nos dirigimos a Kastro, uno de los pueblos que más me gustó de Sifnos. Las casitas tienen puertas y ventanas especialmente pequeñas y le da un carácter muy peculiar, es precioso. Además, Kastro es el pueblo de Sifnos donde más restos arqueológicos se han encontrado, por la calle te encuentras tozos de columnas adornando la entrada de una casa, una especie de losa fúnebre en otra, descubres que los muros no son enteros de piedra, sino que hay en ellos partes de mármol... Es genial. Las calles tienen un toque especial, parece un pueblo cicládico más, pero enseguida te das cuenta de que es diferente.
(Vista de la calle desde el museo Arqueológico de Kastro)
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(Otra calle con mármoles)
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Entramos al Museo Arqueológico, que es gratis, es muy pequeñito, solo tiene una sala, pero tiene su encanto.
Después seguimos caminando por las calles estrechas hasta llegar a las antiguas murallas, donde también se pueden ver restos de mármol, por supuesto.
(Foto)
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Seguimos bajando por un caminito de escaleras que conduce al mar, y a su vez a la iglesia de cúpula azul más bonita que he visto hasta ahora, Epta Mártiros. Es una capilla pequeñísima en un saliente al mar, parece de cuento.
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Fuimos hasta la capilla, (el camino que baja es precioso) que estaba cerrada al público porque había tenido algún ro.bo que otro y no permitían entrar. En la puerta se podían leer los nombres de los mártires a los que estaba dedicada esta iglesia, porque, lógicamente, Epta Mártiros significa Siete Mártires.
(La inscripción con los mártires)
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Continuamos bajando hacia las rocas que estaban bajo la iglesia, P nos quería llevar a un sitio donde él solía nadar. Estaba un poco complicadito y hubo momentos en que me costó saltar de una roca a otra por mi equilibrio y el vértigo, pero mereció la pena. Era un sitio increíble, sé que nunca olvidaré ese lugar porque fue uno de los momentos que marcó esas vacaciones, en serio. En la foto en la que se ve la iglesia, sale la zona de rocas en la que estábamos nadando, a los pies de la iglesia, justo en una especie de entrante de aguas más oscuras, antes de la última roca, la más grande.
Los californianos tenían que marcharse a coger el ferry, era su final de las vacaciones. Nos despedimos con pena y dijimos que teníamos que volver a vernos, son una pareja muy maja.
Y allí nos quedamos bañándonos en las rocas de Epta Mártiros, fue quizá lo que recuerdo con más cariño, uno de los ratos más preciosos. Con el agua turquesa cristalina, el sol, la luz del Egeo llenándolo todo y la cúpula azul vigilante sobre nosotros.
Allí me atreví, después de bastante tiempo, a nadar con un montón de metros de profundidad hacia abajo. Siempre me ha dado un poco de cosa no hacer pie, ya sé que es una bobada porque sé nadar, pero son cosas que tiene cada uno, jeje. Al principio estaba nerviosilla, pero luego me relajé y empecé a disfrutar de verdad de ese momento. Hubo algún arañazo y algún corte con las rocas ese día, pero son gajes del oficio. Caprichos de Poseidón.
Seguimos allí bastante rato, nos sentábamos en las toallas, hablábamos, volvíamos al agua, volvíamos a hablar... Cuando llegó la hora de marcharnos nos dio muchísima pena, pero había que ver otras cosas. Entre las rocas había 2 ó 3 turistas que habían descubierto la maravilla que había allí, pero ninguno parecía atreverse a llegar a nuestra piscina privada, y eso que era de lujo. Creo que si vuelvo allí no me va a importar tener que saltar de roca en roca con mi vértigo.
Nos montamos en el coche y fuimos a Artemonas, un pueblecito también precioso y lleno de árboles de flores rojas, los voukambilla que creo que ya he comentado algún otro día.
(Plaza de la iglesia)
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(Cerámicas típicas, las que comenté que parecen botijos, para las salidas de humos)
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No había nadie por la calle, todo estaba super tranquilo, la plaza del pueblo me encantó. Paseamos un rato por las calles, nos sentamos en un banco de la iglesia y después nos pusimos en camino de nuevo.
(Plaza de Artemonas)
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Volvimos al coche y fuimos hasta Panagia Poulati por un camino bastante pedregoso, menos mal que llevábamos el 4x4, porque de verdad que nos hizo servicio esos días. Aparcamos al lado de la iglesia, junto al mar, como no. Esta iglesia es de estilo cicládico pero con un toque diferente. También es blanquísima y con la cúpula azul, pero alrededor de la cúpula tiene una especie de ribete de cruces rojas, muy bonito.
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P nos estuvo contando que había estado en aquella iglesia de panagiria. Las panagirias son una especie de peregrinaciones que se hacen un día festivo a una iglesia, cada iglesia tiene su día festivo, algo así como el patrón. Llega un montón de gente andando, cosa que no es fácil porque las iglesias suelen estar en lo alto de un monte o en el borde del mar y a veces con acceso dificilillo, jeje. En el patio de la iglesia hay un montón de comida y bebida y allí se ponen todos ciegos, jajaja. Además, como en Sifnos hay 365 iglesias, casi todos los días hay una fiesta! Lo malo es que algunas no celebran las panagirias, si no, habría una al día.
Nosotros no coincidimos con ninguna, fue una pena.
Seguimos bajando por un caminito de escaleras hacia el nivel del mar, otra vez saltando de roca en roca, ya he perdido casi todo el miedo, jeje. Llegamos a un manantial que va a desembocar al mar, agua dulce que va a mezclarse con agua salada. Dicen que es el mejor manantial de la isla, y la verdad es que estaba buena, sí.
Nos sentamos un rato en las rocas junto al manantial a contemplar la vista, arriba teníamos la cúpula azul con cruces rojas de Panagia Poulati, a la derecha Epta Mártiros y Kastro, y a la izquierda un peñón rocoso enorme, al que llaman el asesino porque es muy peligroso nadar y bucear por allí.
(Vista desde arriba de la iglesia y la roca del asesino, que es el saliente grandote a la izquierda)
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Después nos dirigimos al punto más al norte de la isla, la iglesia de Agios Georgios. Esta vez la carretera, aunque tenía muchas curvas como el resto, estaba bastante bien porque la habían arreglado recientemente.
Tuvimos que andar un poco entre pedruscos (otra vez, pero bastante más cómodo que las otras), porque la iglesia estaba en lo alto de una colina en la que no había nada de vegetación, solo piedras por todos lados y cabras. Así que estábamos en un camino de cabras en toda regla 
(Las cabras, jeje)
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Llegamos bastante cansados porque ese día hacía mucho calor y pegaba el sol de lo lindo, yo tenía los hombros un pelín churruscados ya.
Entramos a la capilla al menos para tener un poco de sombra, al lado de la puerta hay un relieve de San Jorge matando al dragón (Agios Georgios significa San Jorge). Después rodeamos la iglesia por fuera y nos acercamos a uno de los lados donde hay restos de otra de las famosas torres de Sifnos. Todo ese terreno es propiedad de una misma persona, le pertenece todo el cabo norte de la isla por así decirlo, pero es árido totalmente, así que el hombre tiene bastantes piedras. 
(Foto de Agios Georgios)
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Bajamos hasta el pueblo de al lado, Geronissos, que desde arriba se ve precioso con esas aguas transparentes y verdosas, y barquitos flotando en la playa, parece que estuvieran sobre un espejo, de lo tranquilas que estaban las aguas.
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Allí nos sentamos en una taberna a comer, un poco tarde, porque serían más de las 17h, es lo que tiene desayunar fuerte y el calor, que quita las ganas de comer. Pedimos ensalada griega con queso misizra, que es el queso griego más buenísimo que he probado nunca. Es parecido al feta pero más suave y blandito, es una pasta granulada, mmmm... También comimos melizano salata (ensalada de berenjenas), calabacines a la plancha y unos pescaditos pequeñísimos rebozados con limón.
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Se nos acercaron una sueca y su hija pequeñita, que conocían a P, y se puso a hablar con nosotros, era majísima. Llevaban 2 meses de vacaciones en Grecia, madre mía, que envidia me da esa gente. El marido de la sueca estaba en la orilla de la playa y encontró un pulpo por allí nadando, se puso las aletas y las gafas de bucear para cogerlo, pero parece ser que nadaba más rápido que él.
Unos hombres estaban cargando un montón de ladrillos en una lancha para llevarlos a algún sitio de mejor acceso por mar, seguramente, y poco después descubrimos el montón de ladrillos en la playa de al lado, Vroulidia.
Pusimos a prueba el 4x4 una vez más hasta Vroulidia, esa vez fue el peor camino de todos, no me extraña que los obreros llevaran los ladrillos en lancha, era mucho mejor y más rápido.
Bajamos por otro camino entre piedras y llegamos a una playa desierta, con solo una casa, donde estaban cocinando pescado para la cena y olía de maravilla.
(Playa de Vroulidia antes de bajar)
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Vroulidia es una playa de piedras (muy bonitas, por cierto), cuando entras a bañarte puedes andar bastante rato y seguir haciendo pie, es de poco fondo y eso se ve desde arriba, puedes ver dónde empieza a oscurecerse el agua. Nos bañamos con la puesta de sol, que fue impresionante, y no estuvimos mucho rato porque ya no hacía tanto calor y había que volver a subir el camino antes de que oscureciera.
(Fotos de la puesta de sol y mi novio y yo en el agua)
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Por allí aparecieron un par de buzos que estaban pescando con arpón, y llevaban unos peces bien hermosos.
Esperamos a ver si se secaban un poco nuestros bañadores mientras cogíamos un montón de piedrecitas muy chulas, eran tan bonitas que no podíamos evitar coger más y más, blancas, verdes, negras... Nos vestimos con el bañador mojado aún porque no podíamos subir por el camino a oscuras, pero al llegar al coche yo tenía los pantalones empapados ya. Me cambié de bañador, pero no lo solucioné gran cosa, porque los pantalones seguían mojados...
Dimos la vuelta por el camino de cabras y llegamos hasta la casa de verano de un amigo de P, en una zona que se llama Tholos.
Allí estaban el amigo y su mujer, también tienen una hija que estaba con una amiga en un refugio que se habían hecho con sábanas afuera. Parecía divertido, la verdad. Dentro estaban viendo el partido de fútbol, como buenos griegos. Nos sentamos no sin antes pedir algo para no mojar el sofá con mis pantalones, jejeje, y tomamos zumo de melocotón y las galletas típicas griegas de todo la vida, al estilo de las chiquilín de aquí. Se llaman Miranda y son de la marca Papadopoulos, muy famosa por allí, tienen verdaderas delicias. Me traje un par de paquetes de Miranda, están buenísimas, y me las terminé justo antes de ayer con mucha pena.
Estuvimos enseñándoles nuestras fotos de las vacaciones en la cámara, estaban interesadísimos. También hablamos de sitios bonitos y fue un rato muy agradable el que pasamos. Por allí andaban también el gato (Katsulino) y el perro (Petito) merodeando, eran muy simpáticos.
Nos marchamos sobre las 21 a cenar a Kamares. P nos llevó a un sitio con mesas en la playa, bajo los árboles, era precioso. Se llamaba Capitán Andreas, creo recordar. No sé si habeis visto la peli de Zorba el griego, siempre salen sentados en mesas de madera bajo higueras y con bombillas atadas a los árboles. Pues este sitio era así, me encantó estar allí en el restaurante de Zorba como yo lo llamo ya.
(Foto de las mesas en la playa)
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Cenamos ensalada griega, un par de souvlakis de cerdo y mousaka, estaba buenísimo.
No tardamos mucho en volver a Kato Petali porque estábamos reventados pero contentos.
DOMINGO 01/10
Nos levantamos a las 9:00, esta vez un poco más tristes porque por la tarde volvíamos ya a Atenas y nos tendríamos que despedir de Panagiotis.
En Grecia hay costumbre de desear buen mes cuando es día 1, así que obedientes nos deseamos lo mejor para octubre.
Desayunamos todo el queso jino misizra que pudimos, porque no lo podíamos llevar con nosotros y se iba a poner malo, ya que P también volvía a Atenas para pasar sus vacaciones.
Nos dio un montón de cosas para llevarnos, hierbas aromáticas, especias, e incluso nos llenó una botella de aceite de Creta, menudo color verdoso más increíble tenía.
Después le ayudamos a poner la rueda de su moto porque se le había pinchado el primer día que llegamos. Parece que funcionaba bien, así que nos pusimos de nuevo los bañadores y nos montamos en el Panda.
Llegamos a Agios Andreas, un monasterio construido en lo alto de un monte, justo donde se encuentran las ruinas de la antigua Acrópolis de Sifnos, del siglo XIII antes de Cristo. Nos costó un poco subir por el camino entre piedras y zarzas, además de que era bastante empinado y se tardaba un ratito... El sol apretaba bastante, pero hacía tanto viento que suavizaba un poco el calor. En la subida yo me arañé la pierna con una zarza, para no variar, siempre con heridas de guera, jeje.
De la Acrópolis no quedan más que los cimientos de los muros, pero tenía que ser impresionante. Justo ahí en medio está el monasterio, como siempre las religiones actuales jo diendo los emplazamientos "paganos" como ellos dicen, aissss, pero la verdad es que el sitio es precioso, con unas vistas muy chulas de la isla desde el mirador.
(Foto del monasterio)
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(Foto de las ruinas de la Acrópolis y al fondo, la zona más alta de la isla, Profitis Elías)
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Dimos una vueltas entre las ruinas y entramos en la capilla, que tenía el frontal todo de mármol, muy chulo.
(Foto del interior de la capilla)
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Bajamos de nuevo entre las piedras y las zarzas, pero esta vez se hizo más corta la bajada, menos mal. Cogimos el coche y nos fuimos hasta Vathi para darnos un bañito. Es un pueblo con playa e iglesia de cúpula azul, cómo no, muy bonito.
Colocamos las toallas bajo un árbol de los que crecen en la arena, justo entre la iglesia y una de las tabernas, era un sitio genial. P nos explicó que esos árboles que crecen en la arena absorben el agua salada, y por la noche, sueltan la sal por las hojas, todo queda blanquecino, como nevado, tiene que ser precioso.
(Foto desde la iglesia de la playa de Vathi, justo en ese árbol que se ve estábamos nosotros :-))
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(Foto de la iglesia, desde el lado contrario)
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Nos bañamos en las aguas transparentes, nadando entre los barquitos que estaban por allí anclados y jugando con pececitos pequeñitos, iguales que los que habíamos comido el día anterior. También había unos patos tomando el sol en la orilla, todo un espectáculo.
(Fotos de la fauna del lugar)
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Volvimos a sentarnos un rato en la toalla y estuvimos arreglando el mundo bastante rato hasta que empezó a apretar el calor otra vez y nos dimos otro chapuzón.
Recogimos las toallas y nos sentamos a comer en la taberna de al lado, una de las mejores de Sifnos según P, y no le faltaba razón. Pedimos ensalada de berenjenas (melizanosalata), tzatziki (que estaba delicioso, el mejor que he probado), revizokeftedes (albóndigas de garbanzos), cordero y panceta. Ah, regado con una portokalada (naranjada) de la marca Epsa, la auténtica griega, jeje. Muchos platos los repetíamos porque nos encantaban, pero esta vez alucinamos con el cordero y la panceta, que no habíamos probado aún. Acabamos llenísimos, pero fue una de nuestra mejores comidas sin duda.
Volvimos a casa sobre las 15:30, nos duchamos, hicimos las maletas y recogimos todo para marcharnos. Nos sentamos un rato en la terraza a tomar la última portokalada, ya se notaba la tristeza de la separación, aunque íbamos a volver juntos en el ferry. P estaba un poco nervioso por tener que salir de Sifnos, suerte que después de Atenas iba a pasar unos días en Andros también. A nosotros ya nos quedaba muy poco para terminar las vacaciones y solo de pensarlo me entraba un agobio...
A eso de las 17:45 nos dirigimos ya al puerto de Kamares, P con su moto delante y nosotros detrás con el Panda. Ya en Kamares, entramos a la tienda de alquiler para devolver el coche y pagar. Nos costó 79 euros los 3 días, más 19 euros de gasolina. No está mal por un 4x4.
Nos acercamos a la zona de atraque de los ferries y subimos, suerte que pudimos sentarnos los 3 juntos porque teníamos asientos separados, pero al no ir lleno, no hubo problema.
(Foto de Kamares desde el puerto)
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Fue un viaje bastante movidito, había viento norte y el Highspeed se movía de lo lindo. Mi novio se pasó todo el viaje fuera porque dentro se notaba bastante más el movimiento, y ahí nos quedamos P y yo hablando. Nos compramos unos dulces en el bar (era de la cadena Everest) que no resultaron nada del otro mundo, y después estuvimos bastante rato viendo las fotos que habíamos hecho esos días. No fue muy buena idea, porque lo de ver las fotos mareaba un poco, como si no fuera ya bastante con el movimiento, así que P intentó dormir un rato y yo me puse a escribir mi diario. Debo estar hecha a prueba de mareos, jeje. ;-P
Llegamos a las 21:30 al Pireo, 3 horas después, y ya antes de atracar nos empezamos a poner tristes de nuevo. Empezamos a decir tonterías en griego para reírnos un poco, algunos tacos y esas cosas, jeje. Malaka (gilipo llas) y también Gamoto, ti krima, pedí (Jo der, qué pena, chico) A P le hacía mucha gracia oirnos esas bobadas.
Ya abajo nos dimos los últimos abrazos porque lo más seguro era que no pudiésemos quedar en Atenas para volver a vernos, pero bueno, está claro que volveremos a vernos
. Nos marchamos con las maletas y P nos adelantó con la moto mientras nos pegaba un grito de despedida.
Y llegamos al metro aplatanados, pero en parte contentos porque volvíamos a Atenas.
Entre una cosa y otra llegamos al hotel a las 22:30 o más. Era el Attalos otra vez, y de nuevo una pedazo de habitación, aún con mejores vistas de la Acrópolis, en la sexta planta y una terraza en esquina genial. Sí señor, el enchufe es la leche, jajaja.
Dejamos todo y nos fuimos a dar un paseo por Plaka, que ganas de pasear por allí otra vez, no me canso. Y aunque te lo conozcas bastante bien te sigues perdiendo en ese laberinto
. Llegamos hasta la calle Dionisiou Aeropagitou y al final del todo nos compramos una crepe Cyprus para cenar. Cruzamos la calle hasta el Arco de Adriano y allí nos sentamos en el banco a comer nuestra crepe, con el templo de Zeus a nuestras espaldas. Se acercaron algunos perros de los que viven en el templo, sí, sí, viven allí, qué suerte, jajaja. Estaban deseando que les diéramos algo pero apenas se acercaban a nosotros, se nota que les han dado alguna paliza porque tenían bastante miedo.
Cuando terminamos volvimos al hotel dando un paseo.